Ontem, publiquei um comentário sobre dois de nossos craques, sobre as fases em seus clubes. Hoje, ao ler o diário "AS" deparei-me com a coluna de "Alfredo Relaño", jornalista espanhol. Leiam o que ele publicou:
MEGAESTRELLAS: TRES AÑOS Y A CAMBIAR
En este periódico mostramos el físico que tenía Ronaldinho hace poco más de tres temporadas y el que tiene ahora, anteayer mismo, cuando cometió el desliz de quitarse la camiseta, cosa que no hacía en público desde hace tiempo. No es preciso extenderse sobre las diferencias. Aquel apolo con la tabla de lavar bien marcada en el abdomen, con el oblicuo mayor bien visible sobre la cadera (un canon de perfección, en fin) se ha ido convirtiendo, poco a poco, en un gorderas. Una discreta tapa de tocino de cinco estrellas esconde aquellos hermosos resaltes. Tiempo y abandono. De los veintidós años a los veintiséis.Le entiendo, como entendía a Ronaldo. Son tan buenos que no ven necesidad de cuidarse. Ronaldinho lleva dieciséis goles. ¿Qué más quieren? pensará. Cada vez sabe más de fútbol, cada año mejora su porcentaje de tiros libres, cada día piensa que tiene menos necesidad de entrenarse para correr, menos necesidad de cubrir campo para ganar partidos. Resuelve en tres acciones y le parece justo darse después los homenajes correspondientes. Poco entrenamiento, buena mesa, trasnoche, cubatillas y así semana tras semana, tiro libre tras tiro libre. Y que trabajen los romanos, que tienen el pecho de lata.Cada vez tengo más claro que estos superjugadores son adorables, pero que no hay que adorarles demasiado tiempo. Tres años a lo sumo. Tres años y luego buscarles una salida que ellos mismos necesitan. Otro equipo, otra afición, otras exigencias. Y fichar un sustituto que sea tan bueno y tenga tanta hambre como tuvo el que se fue. La base del equipo deben ser los casillas, puyoles, xavis, raúles, sergios ramos, iniestas... Y galácticos en tránsito, renovables antes de que la adoración pública les haga caer en la molicie, antes de que se hagan la pregunta fatal: ¿para qué voy a hacer la guerra si ya la he ganado?
Por Alfredo Relaño